2016-06-09

Sobre torcaces y patrones migratorios: precisiones a un consultor



La web sobre caza de torcaces www.pasapaloma.com publicó el otoño pasado una entrevista realizada al biólogo y consultor habitual de la Federación Gipuzkoana de Caza Antonio Bea.

(Conviene no perder de vista que Antonio Bea ahora, según se dice en esta misma entrevista, es trabajador de la Federación Gipuzkoana de Caza en sus instalaciones de Arkale)

http://www.pasapaloma.com/Foro/viewtopic.php?f=48&t=296














Unos asertos vertidos en dicha entrevista nos mueven a formular algunas puntualizaciones.

     P:  ¿Qué hace que la paloma se decida a migrar? ¿La comida, el tiempo, instinto? ¿Y por qué cada vez más se hacen sedentarias...?
A.B.:   La motivación básica es y ha sido la disponi-bilidad de alimento y sobre todo que el medio donde residen las palomas es muy hostil, en términos de calidad del medio, en invierno. En los últimos años se están produciendo dos fenómenos que afectan a este instinto: el cambio global, climático, dulcifica los inviernos en muchas zonas y la paloma encuentra recursos suficientes para permanecer o para realizar cortos movimientos migratorios. Y el otro fenómeno es el incremento progresivo de las poblaciones urbanas y periurbanas, en su mayoría sedentarias, que hace que este contingente esté “contaminando” genéticamente de alguna manera a las poblaciones de medios silvestres.
Hay tres cuestiones a aclarar sobre estas afirmaciones.
  • El carácter genético del patrón migratorio
  • El uso de la palabra ‘contaminación’
  • El planteamiento según el cual todas las poblaciones sedentarias son urbanas y no de medios silvestres

Con respecto al primer apartado, que el origen del cambio del patrón migratorio de la paloma torcaz sea genético, es algo perfectamente posible, sin duda alguna, pero afirmarlo resulta gratuito, dado que existe al menos una explicación alternativa igualmente plausible y probable, cual es que se trate de un comportamiento aprendido individualmente y transmitido de generación en generación por vía cultural o imitativa, no genética. Basta con que un comportamiento conlleve una mayor supervivencia diferencial con respecto a otros para que sea seleccionado y prolifere, pero ello no significa que la causa de ese comportamiento sea genética, y por lo tanto su transmisión también. La selección natural opera también sobre rasgos no genéticos, como es bien sabido. Basta con que sean transmisibles de generación en generación.

Con respecto al uso del término ‘contaminación’, de claro deje semántico negativo, hace que se plantee la cuestión en términos de ‘población incólume’, prístina y pura, y por lo tanto deseable, y ‘población contaminada’ y por lo tanto a combatir, regular o intervenir... El oyente o lector no prevenido tendería a identificar como poblaciones incólumes aquéllas no urbanas y sí migratorias, y como ‘contaminadas’ a las poblaciones urbanas y a las sedentarias. Creemos que tal enfoque no resulta admisible, aun cuando el medio en el que se haya difundido sea informal, ya que induce a una percepción equivocada, aunque muy cómoda de manejar en términos de ‘buenos’ y ‘malos’. No; en las torcaces todos los comportamientos son igualmente ‘legítimos’ o ‘admisibles’ (es difícil dar con la palabra adecuada), y por lo tanto no cabe hablar de ‘contaminación’, sino de fenómenos desprovistos de valoración moral, como ‘expansión’, ‘sustitución’, ‘introgresión’, ‘proliferación…’ De hecho, es probable que la sedentarización progresiva haya sido seleccionada naturalmente de forma paralela al cambio climático y sea una forma de adaptarse al mismo. ¡Bendita contaminación!

Ese mismo panorama tan artificialmente simplificado, además, oculta y disimula el hecho, quizás molesto, de que, además de poblaciones sedentarias urbanas y poblaciones migratorias de medios seminaturales y naturales, existen poblaciones sedentarias en medios naturales (sin ir más lejos, la mayor parte de las poblaciones británica e irlandesa y buena parte de las francesas, alemanas, centroeuropeas). No nos consta la existencia de aves urbanas migratorias.

Para terminar, con respecto a la existencia de una población sedentaria en Euskal Herria, no quisiéramos dejar de señalar las ventajas que este hecho supone para los cazadores: hemos sido testigos repetidamente de que estas palomas funcionan como cimbeles y hacen descender a los bandos de migrantes. Esto lo hemos visto hasta en grandes urbes, en Donostia sin ir más lejos: las palomas locales de Torre Satrustegi, una docena larga, han sido capaces de hacer posarse a un bando de varios cientos de torcaces migrantes en los jardines de la finca, al mejor estilo landés. ¿Cuánto estarían dispuestos a pagar los cazadores de palomas en puesto por un servicio así? Pues que sepan que esto es posible gracias a que en los últimos años han aumentado las poblaciones sedentarias (¡no sólo urbanas, eh! También en medios rurales) porque, entre otros motivos, ya no se cazan torcaces en primavera, en contrapasa, período en el que caían numerosas aves locales.

De manera que, también desde el punto de vista del interés de los cazadores, existen sobrados motivos para a) dejar de promover la prórroga de la temporada en febrero y b) dejar como estaba la fecha de apertura de la temporada, en octubre, eliminando el absurdo adelanto a septiembre que se ordenó en su día (para ‘compensar’ le eliminación de la caza en contrapasa), y que explota nuestra población local, no la de pase, y para más inri cuando algunas aún están criando.

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